El resurgimiento de las protestas por violencia en la UASLP ha destapado nuevamente el trágico caso de Samantha Joselyn Rodríguez Rojas, estudiante de Medicina de 21 años asesinada el 6 de marzo de 2016. Samantha fue atacada y arrojada desde un tercer piso de un edificio universitario, un crimen por el cual fue señalado y procesado su compañero de estudios, Gamaliel “N”. La indignación actual se centra en la escandalosa impunidad que, según las denuncias, rodea al presunto feminicida.
La denuncia más grave es que, a pesar de haber sido sentenciado y declarado culpable del feminicidio, Gamaliel “N” quedó en libertad. Aún más alarmante, la Facultad de Medicina de la UASLP le permitió culminar sus estudios después del crimen y graduarse como Médico Cirujano. Hoy, el presunto asesino ejerce su profesión libremente, lo que la madre de la víctima, Patricia Rojas, califica como una profunda injusticia y una burla para la memoria de su hija.
Patricia Rojas, con el apoyo del Colectivo feminista “Brujas en Bata”, ha lanzado una petición pública exigiendo al Departamento de Justicia Penal de San Luis Potosí que se revierta esta situación y que el feminicida cumpla una condena justa. La madre de Samantha expresa su dolor y frustración: “Mi hija confiaba en salvar vidas, y hoy su asesino sigue libre. ¡Exigimos justicia!”.
El caso también arroja luz sobre las posibles responsabilidades de altos funcionarios de la UASLP y del sistema de justicia. Se señala que el entonces director de la Facultad de Medicina era Gerardo Zermeño, actual Rector de la universidad, y el fiscal a cargo del caso era Federico Garza Herrera, hoy Secretario General de la UASLP. Estos vínculos avivan las sospechas sobre la influencia que pudo haber facilitado la impunidad en el proceso.
En este contexto, el Colectivo “Brujas en Bata” y la familia de Samantha hacen un llamado urgente a la ciudadanía para firmar la petición, buscando que la presión social obligue a las autoridades a actuar y a garantizar que un feminicida confeso o culpable no pueda evadir la justicia ni ejercer una profesión que Samantha soñaba con desempeñar.




