Muchos no lo recordarán, pero cuando Ernesto Zedillo ganó la presidencia de la República, y vino el famoso “error de diciembre” que sumergió a la economía mexicana, el PAN produjo miles de estampas para autos que decían “A mi no me culpes: yo voté por el PAN”. Así, los simpatizantes de Acción Nacional se desprendieron de la responsabilidad política del gobierno priista.
Andrés Manuel López Obrador recicló la idea en después de la elección de 2006, con el famoso “Estaríamos mejor con López Obrador”. AMLO, por supuesto, estaba mucho más interesado en fortalecer su imagen personal que la del partido que después abandonaría, por lo que enfocó el mensaje en sí mismo.
Tan buen impacto tuvo, que lo renovó por el ya legendario “Estaríamos mejor con ya sabes quién”, que permeó a los votantes como ninguna otra frase de toda la campaña que vivimos este año. Se convirtió en chiste, meme, conversación de sobremesa. Pero el mensaje era el mismo: la culpa de los problemas la tienen quienes votaron por el PAN o por el PRI, no por quienes apoyaron su opción.
Es una posición válida – “no te quejes, tú votaste por ellos” – pero ahora vemos que ni siquiera es así. Tras el nombramiento de Manuel Bartlett a la CFE, Gael García respondió a cuestionamientos (recordemos que hizo campaña por AMLO), tuiteando “yo repudio su nombramiento y su ser político. Y qué ridículos los que creen que yo y los que votamos por AMLO somos responsables de ese nombramiento. Besos”, concluye coqueto.  Por supuesto que no. ¿Cómo iba Gael a saber que Bartlett es parte del equipo cercano de AMLO desde 2006?
Tatiana Clouthier, cuya familia a acusado a Bartlett de la muerte de Maquío y será subsecretaria de Gobernación, hizo algo similar: “Había mejores opciones”, dijo, pero bueno, uno opina y el jefe decide. No es su culpa.
Bartlett, fiel a su talante democrático, explicó que las críticas en su contra “son estupideces”.  Y sí, en un país del cual se desvaneció la “mafia del poder”, el “prian” y la “minoría rapaz”, nadie tiene la culpa de nada: ni los que votaron ni los que no lo hicieron. Al menos de lo malo, ya que todo éxito de López Obrador sin duda lo será también de sus seguidores.
Pero de lo que nos habla es de nuestra concepción de la democracia. Me hago cargo de lo que me gusta, evado responsabilidad de lo que no, ya que, al final del día, lo único que hice fue votar. Y ahí, tristemente, acaba nuestra participación, y sentido, democrático.
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